Las cocinas que sirvieron durante tres siglos a los monarcas y que tienen 800 metros cuadrados, ya pueden ser visitadas por el público. Los amantes de la historia tienen ahora la oportunidad de conocer una de las salas más antiguas que se conservan en Europa. Estas dependencias han servido de apoyo a los catering que se servían en palacio y, aunque el aspecto actual se debe a la última reforma de Isabel II, contienen gustos de su hijo y de su nieto, los Alfonsos, y alguna que otra pieza de siglos antes entre sus 2.625 objetos.